sábado, 21 de agosto de 2010
TRELEW AL ALCANCE DE MI MANO
En agosto de 1972 yo ya no era un caído del catre, y mucho menos un tilingo. Culminaba mi bachillerato especializado en artes plásticas en la Escuela Superior de Bellas Artes de La Plata, contando con la promesa de Adriana Cecilia Barcia de contactarme con el Coco Verón para pasar a militar, al año siguiente, en la JUP de Medicina.
Como ya había celebrado Cordobazo y Aramburazo sucesivamente, no me costó entender que el supuesto intento de fuga del Penal de Rawson y sus funestas consecuencias, anunciadas a través de la TV oficial por el Contralmirante Hermes Quijada, ocultaban una tragedia protagonizada por los máximos referentes de mi generación.
A continuación me tocaría en suerte escuchar personalmente la voz templada y valiente del matrimonio Pujadas - padres de Mariano, montonero fusilado en la Base Almirante Zar - en la Facultad de Agronomía de mi ciudad natal, cuando el alza popular creciente no permitía prever que en la noche del 14 de agosto de 1975, ambos serían secuestrados, fusilados y sus cuerpos, tras ser arrojados a un pozo, volados con explosivos, junto a varios otros integrantes de la familia. Así, el ala fascista del peronismo se cobraba la vida de los mejores hijos del movimiento, responsables fundamentales del retorno del líder a la Patria.
Días después, la cantante venezolana de protesta Soledad Bravo interrumpiría uno de los combativos conciertos que por entonces solía ofrecer el Club Atenas para ceder la palabra a la viuda del combatiente del ERP Rubén Pedro Bonet (años más tarde, en un recital que Silvio Rodríguez ofreciera en Madrid, tuve oportunidad de recordar a la artista aquella circunstancia, que recordó emocionada e inmediatamente)
En plena campaña del Luche y Vuelve tuve la fortuna incalculable de que mi viejo, ex comisionado municipal justicialista de nuestra ciudad y hombre de la primera resistencia, me acompañara a un estadio deportivo de Berisso contribuyendo así a que ese galeno que hizo propias las enseñanzas de Ramón Carrillo tomara confianza con aquellos jacobinos que éramos, dispuestos a tomar ¨el cielo por asalto¨. Allí escuchamos emocionados el discurso encendido de la sobreviviente María Antonia Berger, que aún convalecía un fallido tiro de gracia en el maxilar.
El 9 de junio de 1974, transitando aún la fugaz y maravillosa primavera del Tío Cámpora, asistí a un acto conmemorativo del alzamiento del Gral. Valle en 1956 - que mi padre acompañara tomando con otros resistentes la legislatura local - y de los fusilamientos de José León Suárez, enorgulleciéndome ante un palco de lujo montado frente a la Jefatura de la Policía Bonaerense, sita en el paseo del bosque platense: Estaban allí, entre otros, los Hnos. Díaz, el ex suboficial (RE) Horacio Chávez, el Diputado por JP Regionales Miguel Zavala Rodríguez, el Turco Ricardo René Haidar (otro sobreviviente de los sucesos en cuestión)... y mi propio viejo!
El 1ro de Julio del mismo año nos abandonó el gran réferi de aquel partido en que uno de los equipos venía cometiendo ya demasiados fouls. Cuando la larga columna humana que me tocó integrar para despedirlo arribó a Plaza Congreso, vi por última vez a María Antonia. Estaba parada junto a Quieto y Firmenich a la altura del cine Gaumont.
Más tarde, ya que la historia - como el mar - tiene flujo y reflujo, volvió la noche. Al Turco lo vi por última vez en Madrid. Entró como un autista a una de las oficinas de la sede montonera que teníamos en la calle Fernández Clausells, tomó una foto del escritorio en que con Miguel Bonasso elaborábamos el periódico Noticias en la Resistencia, y fijando su vista en la imagen de Horacio Mendizábal, recientemente abatido en la Contraofensiva de 1979, se limitó a murmurar: ¨Qué va estar muerto El Lauchón... !¨
Los tres sobrevivientes de aquella masacre - el otro fue Alberto Miguel Camps, a quien no tuve el honor de conocer - recibieron una severa advertencia ese nefasto 22 de agosto. Los tres tuvieron una segunda oportunidad de modificar el rumbo de sus vidas. Los tres cayeron combatiendo a la dictadura más feroz de nuestra historia.
Much@s argentin@s no hemos encontrado aún mejor ejemplo ético que el de sus vidas.-
a mi amigo José Haidar Martínez,
hijo de tigres
JORGE FALCONE
(nota enviada por Jorge Chiqui Falcone)
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